Intensamente Vitoh: un relato corto que contempla el duelo
Irfus Macana Velosa explora desde otra perspectiva el duelo con un micro-relato llamado: Intensamente Vitoh.
INTENSAMENTE VITOH
Acostado en medio de la cama dormitaba vitoh. los rayos del sol a través de la ventana penetraban su rostro, la única almohada azul que tenía, ya un tanto descolorida y su teléfono a punto de apagarse daban como resultado una noche de insomnio, de llanto, de angustia, de desespero.
Pasaron dos horas para que decidiera levantarse, mirarse al espejo y decir: -estoy vuelto mierda-. Claramente vitoh lo estaba, pero más estaba el hecho de que su habitación ropa ya no encontraba, el desorden lo habitaba y la prisa lo afanaba.
Viendo el reloj y entendiendo que esta sobre el tiempo para la primera clase, decidió que la mediocridad y el afán eran sus mejores estímulos por lo que aprovecho, se vistió con lo primero que vio en el armario, desayuno dos tajadas de pan y salió de su casa con la maleta medio puesta.
Durante su viaje a pie noto al principio el ambiente con tonalidades oscuras, crudas, pesadas.
- ¡Mírame! -. susurrándole detrás del oído- acéptalo, escúchame, comprende que todo esto fue en vano. Vitoh aun así se negaba a negación, evadía al loco y seguía adelante como un vil ciego.
-tu deseas entenderlo, aun así, todavía hay tiempo, todo puede volver a ser como antes, solo se necesita ser capaz de empezar de nuevo y olvidarlo todo -.
Vitoh no se comprendía, no se hallaba, sentía aun miedo por encontrase con sus sentimientos, aceptarlos, entender que todo era real, que todo había acabado, pero cuando entendió a unos pasos mas adelantes dio su primer acto de valentía y carácter.
Sin un paso más al frente decidió girar, sabia que aunque fuera parte de su imaginación, el espectro que aparecía era uno más de los estados del duelo que él estaba pasando por lo que, enseguida, decidió mirarlo a los ojos y decirle a negación: -lo acepto, comprendo todo, comprendo por lo que pase, acepto lo que vivo y entiendo que es necesario -. entregándole una botella de vidrio con la primera lagrima de desahogo para, en seguida, seguir caminando.
Entre prados y carreteras, vitoh escuchaba los ruidos mas graves, sus pensamientos y memorias eran distractores del recorrido y el viaje a pie era un tramo difícil que asimilar. Decidido a hacer una pequeña parada en busca de un cigarro, vio al vendedor ambulante sin rostro, fijo en la mirada hacia vitoh y vitoh con los matices rojos y las heridas visibles viéndolo con rabia y resentimiento, era claro, la cabeza, volvía a hacer de las suyas.
-que prefieres ¿venderte la agonía constante del humo de un cigarro o la posibilidad de tomar venganza y sentirte más tranquilo? - mirando a vitoh con ojos coléricos y enfermizos – es así como se destruye todo sentimiento de amor, ni la razón ni el entendimiento logran soportar tanto-.
Vitoh era consumible, inflamable, imaginario, pero con un alma en pedazos, en necesidad de calma, de cura – Tal vez la venganza sea lo que necesito… – con una extraña dudes respondiéndole a ira.
Partidario de un corazón envenenado, aquel vendedor tomo acción a tal venta y en una caja le obsequio un cigarro, pero no cualquier cigarro, uno que lo ayudaría a imaginarse incendiando la casa ajena del asesino de su corazón.
Vitoh, al recibirlo y seguir caminando y encendiendo el cigarro comenzó a tomar posesión en su confianza, dignidad elevada, nicotina en miradas de odio, de culpabilidad, claro, no era el mejor medicamento, pero era lo que había proseguía con cada paso que daba, con cada calle que cruzaba y con cada parada que hacia en los semáforos, a imaginarse aquel acto tan violento e incendiario, aun así, entendiendo que las imposibilidades existían y las improbabilidades también.
Al llegar a la portería del instituto, empezó a tener un mareo que finalmente comprendería la razón en matices claros. Viendo al portero noto que no lo veía, que estaba cegado de momento, sin ninguna causa aparente sujeta a la realidad, que lo único que podía observar eran las palabras, la luminosidad a la espera de una negociación.
- ¿entonces tu eres aquella florecilla que se anduvo revolcando con su cigarro, cierto? - tonificando una voz aguda e invisible a su rabia y dolor –¿deseas negociar entonces contigo? –
Preguntándole negociación al corazón de vitoh.
-estoy desconsolado, con muchas dudas, sin aliento, pero no tengo mas alternativa, el ya esta con otro- cerrando los ojos y abriendo las lagrimas al flexo del sol.
Y si, vitoh estaba afligido, desconsolado, no sabía si volvería a poder amar, no comprendía el corazón de lo ajeno, lo fácil que era para este volver a llenar ese vacío con otra persona, no poder sanar y respetar el espacio del tiempo y su construcción en una relación, ese sentimiento se desvanecía, se opacaba, solo vitoh tenia de decisión de aceptar lo que nunca se quiere aceptar en todo ser humano: todo tiene fecha de caducidad.
Apenas comenzó a derramar más lágrimas de lo habitual en medio de su dejadez, empezó a volver a ver, volver al mundo real, al mundo de lo tangible, de lo corpóreo, y entonces, con toda la rabia el miedo y el dolor, paso la portería de negociación con la calma y la fuerza, con el impulso de mirar al frente y no agachar la mirada por más dolor que había en la garganta en los ojos, en la mirada, y así, emprendió el viaje hacia el final del camino.
Estando ya dentro, todo estaba de tonalidades azules, melancólicas, nostálgicas. Caminaba y no veía la gente, o en realidad no le importaba, no sentía los estímulos, las caricias, las amistades, carecía de la capacidad de entender, analizar, prestar atención a la otredad, no consumía dignidades, las vomitaba, se escondía en cada esquina del miedo, de la ansiedad, del latir con dolor y respirar con encierro. El mundo de él volvía a estar vacío, en blanco, con veneno.
Así fue como las ganas de vomitar lo llevaron al baño, le consumieron el estomago y le robaron el apetito, la taza no era más que un agüero negro de autoestimas perdidas y abandonos mismos de otras personas.
Al levantarse, salir de la cabina y verse al espejo, se logró observar, pero de otra manera, de otro matiz tirando a amarillo, a la esperanza.
-vitoh, no te culpes no te aflijas, amar a un hombre cuesta mas de lo que imaginas – diciéndole el reflejo al propio y particular vitoh del presente – yo se lo que se siente, he pasado por esto más de una vez…-.
- ¿mas de una vez? Ay no puede ser posible –
- bueno, solo un par de veces, o mejor, omite lo que te dije. El amor es un constante entre el miedo y el decadente, donde nos arriesgamos a ser amados y amar pese a su limitación temporal, frente al conflicto de dejarnos a un lado y disponer del otro, frente a la misma sensación que duele el morir y ver morir a alguien, eso vitoh es amor-. Sonriendo con entendimiento.
Vitoh empezaba a llorar, a sentir pulsadas en el alma, lo difícil que es aceptar la vida, lo inmensurable que es el dolor, el limitante de escapar de volver a amar y lo inaudible que es que entendamos todos los seres humanos que sanar a veces es un imposible y volver a amar con la misma pasión que antes puede ser improbable.
-prométeme que me amaras y me encontraras de nuevo, que podrás seguir adelante y entender las distintas formas de amar y no sentirse vacío y de amar y amarte con arte. Ya es hora de continuar y yo ya estoy a horas de partir – abrazando a vitoh con el alma, con el corazón.
Vitoh, finalmente mudo, en silencio e inundado por las lágrimas partió al edificio de su escuela con cadenas y con las alas a punto de crecer.
Antes de llegar al salón, minutos antes de tocar la puerta, entendiendo por todo lo que había pasado en tan poco tiempo con tanta intensidad, veía una vez mas sus manos, afligidas, temblorosas, débiles y comprendió que no seria este el final del proceso, que seguiría encontrando mas batallas día tras día, pero que también descubriría nuevas maneras de sanar de vivir y de luchar en un constante viaje a pie de la inevitable levedad del ser que a todos nos aguarda detrás de cada puerta, de cada ventana y de cada rincón del corazón.
Fin
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